IA

Un gran poder conlleva una gran responsabilidad

Javier Garcia Pellicer
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Un gran poder conlleva una gran responsabilidad

Hoy me he acordado de esta frase icónica de Spider-Man.

La revolución de la inteligencia artificial (IA) está cada vez más presente en la práctica asistencial de la farmacia hospitalaria. Contamos con modelos de “deep search” y razonamiento avanzado que, como auténticos superpoderes, nos permiten abordar problemas clínicos con mayor velocidad y precisión. Sin embargo, al igual que le sucedía al héroe arácnido, tener estas herramientas en nuestras manos, nos obliga a manejarlas con prudencia y visión de futuro.

Hoy, la IA es capaz de cribar y analizar datos clínicos en tiempo récord, identificar patrones inusuales que podrían pasar inadvertidos y ayudarnos a personalizar al máximo los tratamientos. Con ello, se perfila como una aliada para mejorar la eficacia, la seguridad y la eficiencia de todo lo que hacemos en el ámbito hospitalario. Pero no debemos olvidar que, detrás de cada algoritmo y de cada sugerencia automatizada, debe haber una decisión humana que verifique, supervise y adapte cada sugerencia a la realidad de cada paciente.

Es natural que ante la velocidad con la que evoluciona la IA surja el temor de que, en algún momento, pase a “sustituir” a las personas. Sin embargo, al menos a día de hoy, la experiencia nos demuestra lo contrario: humanos e IA formamos un equipo sinérgico. Mientras la tecnología nos ahorra tiempo y nos proporciona información valiosa, nosotros aportamos criterio clínico, empatía y la capacidad de resolver circunstancias complejas que requieren un razonamiento más allá de lo meramente estadístico.

Por eso, más que preocuparnos por un futuro incierto, debemos centrarnos en usar estos superpoderes con responsabilidad. Aprovechemos las bondades de la IA para seguir avanzando en nuestra práctica asistencial, delegando en ella las tareas más tediosas, pero sin perder nunca la esencia humanista de nuestra labor. El objetivo final siempre será el bienestar del paciente, y esa meta necesita la calidez, la adaptabilidad y la visión crítica de los profesionales.

Disponer de tanto potencial en nuestras manos es un privilegio, pero también implica el reto de mantenernos en constante aprendizaje y de velar por un uso ético de la tecnología. Al igual que Peter Parker, debemos recordar que un gran poder conlleva una gran responsabilidad. Y si se aplica con sabiduría, este poder puede convertirse en la mejor vía para mejorar la atención farmacéutica, reforzar la toma de decisiones clínicas y, sobre todo, brindar un mayor cuidado a quienes más lo necesitan.

Y tú, ¿quieres asumir esta responsabilidad?