Ayer veía un video grabado en un crucero que, navegando por el Pasaje de Drake, tuvo que afrontar olas de más de 12 metros, que asemejaban a ir en una montaña rusa durante 48 horas, según explicaban los pasajeros. Era un video impactante, la verdad. Afortunadamente, todo acabó bien, pero me hizo pensar.
Y es que muchas veces me siento como ese crucero. Es algo que hace tiempo también llamo «Under Pressure 360º», y que se me ocurrió leyendo un título de una de esas jornadas, que últimamente tanto gustan de llamarse visión 360º, y por lo que me encanta la canción homónima de Queen, sobre todo en su versión con David Bowie, que, por cierto, estoy escuchando en este momento.
Dado que cada uno somos de una forma, con nuestras fortalezas y debilidades, afrontamos mejor unas situaciones que otras.
Siempre he considerado que una de mis principales fortalezas, y probablemente la que mejor explica mi recorrido a todos niveles, es la capacidad de saber navegar entre grandes tormentas, pero, sobre todo, entre mareas en conflicto.
Pero esta fortaleza, conlleva un elevado precio. Un desgaste emocional proporcional al nivel de fuerza de las mareas en conflicto. Desgaste emocional que acaba resultando extenuante, e incluso inhabilitante en ocasiones.
Viendo las olas que se iban acercando y creciendo directas a la proa de ese crucero, y a pesar de su enorme belleza vistas a través de sus grandes ventanales, no dejaba de pensar hasta qué altura de ola, o hasta qué nivel de presión aguantaré. Cuál será el punto de implosión, el cual, por otro lado, percibo cercano.
El problema de las mareas en conflictos es que desde fuera son difíciles de ver o de categorizar. No te ha pasado a veces ver una playa con bandera roja y no entender por qué, hasta que te metes en el agua y ves cómo te arrastra hacia el fondo sin piedad. Pues de eso va esto.
La resiliencia, al menos en mi caso, es seguir a flote, día tras día, a pesar de las fuerzas que arrastran desde muy diferentes direcciones, sin optar por abandonar y dirigirme a dique seco.
Y aunque la idea de ir a dique seco no me avergüenza en absoluto, aún, a día de hoy, opto por ser como ese crucero en el Pasaje de Drake, probablemente porque esa es mi naturaleza. Porque en prácticamente todas las cosas que hago hay gente que es mejor que yo, pero en navegar entre mareas, al menos en las de mi entorno, creo que no.