El viernes disfruté mucho.
Me encanta dar ponencias sobre inteligencia artificial, y sobre sus oportunidades y aplicaciones, tanto a nivel general, como en farmacia hospitalaria. Sorprender, enseñar, inspirar, e incluso, abrumar a la audiencia, es algo profundamente gratificante.
Y hoy, sábado, he disfrutado aún más.
Y es que he aprendido a generar un modelo de inteligencia artificial que me permite crear imágenes con mi cara, en cualquier situación que quiera.
La idea de que un algoritmo pueda capturar mis gestos, mis rasgos, mi esencia, y proyectarla en un lienzo digital es algo que, si lo pienso bien, tiene mucho de ciencia ficción. Y, sin embargo, es muy real. La IA avanza a velocidad de curvatura, y con ella, las oportunidades para explorar, para innovar, y para entenderme mejor a través de lo que la tecnología es capaz de reflejar de mí.
Y por ilusión, aunque también por convicción, me acordé de mi querida nave estelar [[19.- La Enterprise|USS Enterprise]] y de su capitán, James T. Kirk. No en vano, representan la audacia de ir más allá, de no conformarse con lo que se da por sentado, de explorar nuevos mundos y nuevas posibilidades. Y así me siento hoy, al adentrarme en este universo por explorar de la inteligencia artificial, con la misma mezcla de excitación e incertidumbre que sentiría al ser transportado a bordo de la [[19.- La Enterprise|Enterprise]] para una exploración intergaláctica.
Pero, la verdadera misión no es solo llegar a un destino, sino descubrir quiénes somos en el proceso. Y en este viaje personal, no solo quiero ver mi rostro reflejado en píxeles generados por IA. Quiero entender hasta dónde podemos llegar cuando combinamos la pasión por la exploración con las oportunidades que nos brinda la tecnología.
Porque la [[19.- La Enterprise|Enterprise]], no es solo una nave. Es un estado mental. Es la promesa de que siempre habrá algo más allá, algo nuevo por descubrir.