El arte de no elegir

Javier Garcia Pellicer
2 min read
El arte de no elegir

¿Cuántas decisiones has tomado hoy, o cualquier día, antes de empezar a trabajar? ¿Café o té? ¿Notificaciones activas o silenciadas? ¿Qué app para notas, cuál para tareas, qué tipografía para el documento? Cuando por fin abres la primera tarea, tu cerebro ya ha corrido una maratón de micro elecciones. Y la maratón no puntúa.

La productividad no va de tener más opciones, sino de eliminar decisiones irrelevantes. La energía mental es finita. Cada minuto que se gasta configurando cualquier aplicación, es un minuto que no se gasta creando. Por eso los sistemas que parecen “menos potentes” acaban siendo más poderosos, porque mas que poder hacer de todo, hacen obvio qué hacer a continuación.

Siempre me llamó la atención ver a personas conocidas que casi siempre visten igual. Jobs con jersey negro, Obama con trajes grises o azules, Zuckerberg con camisetas grises. No es un culto al minimalismo estético, sino economía cognitiva aplicada. Cada mañana ahorran fichas mentales para jugadas importantes.

Por eso ya hace tiempo decidí hacer algo parecido, tener un uniforme de verano y otro de entretiempo/invierno, predefinidos. Cero drama con el armario, cero negociación con el espejo. Esa decisión ya está resuelta por el sistema. Seguro que te suena mi camisa azul clara (en ocasiones oscura si es la siguiente en el orden), por fuera, arremangada, con vaqueros y zapatillas, para el verano, y sobre camisas con camisetas (antes chalecos con camisas), vaqueros y zapatillas, para el resto.

Al final, se trata de pulir fricción, que es otra forma de llamar a un concepto que una vez leí y me gustó, la “Elegancia productiva”, que significa que el “siguiente paso” grite por sí solo.

El “uniforme” es un ejemplo, pero también lo es un desayuno predefinido, o una rutina específica de inicio de día. También lo es disponer de una herramienta por categoría o conjunto de ellas, además de saber usarlas en condiciones. Y sin duda un proceso de productividad personal, engrasado y actualizado, lo es.

De verdad que creo que generar sistemas optimizados en los que haya que elegir lo menos posible es todo un arte, que cada día valoro y aprecio más. Y es que conforme pasan las horas, noto como se extiende la fatiga de tomar decisiones, y lo que más aprecio es que mi sistema me susurre al oído lo único que necesito oír: “esto es lo siguiente”.