Me gusta mucho el número.
No sé si es la sonoridad, o que ya llevamos un cuarto de siglo y no puede ser cualquier año, o simplemente que mi intuición se empeña en enviarme buenas sensaciones.
Veía hace unos días un tuit de Janis Ozolins que me gustó, porque representaba gráficamente, en forma de Notas visuales, algo que instintivamente sé que ocurre, y que me recordó que tenía que aprovechar este efecto. Traducido, el tuit decía: «No podemos negar que el 1 de enero tiene una energía única para dar ese primer paso. Un borrón y cuenta nueva. Aprovéchala. Empieza algo que siempre has querido.» Puedes ver el tuit aquí.
Que algo se ha estado cocinando a fuego lento en mi interior de cara al 2025 es algo que sabía a ciencia cierta. Llevaba varios días dedicándole muchas horas al replanteamiento estratégico de todos los ámbitos de mi vida para este 2025 que ya hemos iniciado. Han sido muchas horas de introspección, de pensar, de sincerarme conmigo mismo, de ver qué me llena en la actualidad y qué no, de reafirmar lo que es prioritario y lo que no, y de llevar todo a la práctica, forjando sinergias entre mis propios objetivos y proyectos.
2024 ha sido un año bastante bueno en general, excepcional en algunos ámbitos, pero duro de sobrellevar en otros. Y a mi edad, esto de «sobrellevar» ya me chirría mucho. Por eso paré, medité, y empecé a construir una nueva planificación estratégica personal.
Se trata de alinear lo que me gusta, lo que me llena y lo que quiero, con mi realidad personal y profesional, porque si yo cambio, todo cambia. Y traducir todo esto en unas metas claras para este 2025, a las que denomino «metas molonas», porque son fáciles de recordar y retadoras, pero, sobre todo, apasionantes y motivadoras, de esas que sonríes al decirlas.
Así, que, bienvenido sea 2025, y a disfrutar el camino.
Y tú, ¿has definido ya tus «metas molonas»?